Un día cualquiera mi lengua
renunciará a tu nombre,
mis pupilas te borrarán
de sus convites de luz,
mis venas olvidarán
el calor de tu sangre,
mis labios sellarán
los besos de tus litigios:
¡ Te lo aviso!
El silencio romperá
tus espacios y los míos,
se me olvidará tu olor
y la sombra a mi espalda
marchitará los rosales.
Te va a doler la pérdida
de mi letanía caliente.
Ya lo sabes, no te asomes
al pozo de mi recuerdo
para entonces sembrado
con la etiqueta de ausencia.
Sí que vas a extrañarme,
eso no te lo aviso:
¡ Lo adivino!
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