sábado, 31 de enero de 2009

Abrigo



Hijo, en tu busca
se desgastaron mis pasos
y mis hombros, cansados,
temblaron por tus abrazos.
En las treguas para alcanzarte
desdibujé mis huellas de enero,
hice caricaturas de mi esqueleto
y convenios con lo incierto
y hasta entregué mis banderas
para cobijar tu cuerpo.
Pero mis pies descalzos,
mis hombros temblando,
mis huesos sin estrellas,
mi lengua mutilada,
mi Patria en la distancia,
no bastaron para encontrarte.
Dime, hijo, si son ciertas tus lanzas,
si tus hombros son recios,
si tu cuerpo es de acero,
si tus banderas llevan coraza
y si no pesa demasiado tu equipaje a la espalda.
Porque… estoy tiritando
¡Y necesito tanto del calor de tu brazo!
¡Y preciso tanto un lugar para el descanso!
¡Qué tibio estaría si te hubiera encontrado!
Las alas mutiladas de mi pecho
Aún alcanzan para el abrazo.

domingo, 18 de enero de 2009

Herejía recurrente



Mis sueños rebeldes
se niegan al destierro
de la almohada
y te cuelgas del alero
de mis párpados
en la inconsciencia
de la noche.
Esperando que me beses
las flores del sueño
se rompen y en el
temblor de mi cuerpo
me amaneces.

Herejía


He sabido que me sueñas todavía.
Me lo han dicho la copa del pino
que sembramos juntos
y que ha vislumbrado el mar
y el polvo de la rosa fundida
y tu mirada inquisitiva
y mi suspiro al despertar.
Me gusta que me sueñes;
¡Pero cómo adoraría
besarte cuando duermes!

sábado, 17 de enero de 2009

SUICIDIO



Palomas mansas, acuden
a la tempestad de mis sienes.
Buscan refugio, las pobrecillas,
y abrasadas en el fuego mueren.
La mano pálida en desagravio
al montón de cenizas aprisiona,
fiera y tierna se alza hasta la boca,
la mano entonces besa los labios
y al viento se esparcen…¡mariposas!


Con este poema participo en el primer Concurso de Poesía de Heptagrama

martes, 13 de enero de 2009

Líneas

En el infinito de las líneas de tus manos
se oculta la ternura del tacto invasor.
Danzan sin fronteras sobre los espacios
desnudos desde la piel despeinada
hasta la raíz de la sangre en serenata.
Son enigmas ilegibles sin proclamas ni contratos,
son signos sin huellas las líneas de tus manos
sobre la agreste tempestad de mi cuerpo, santuario
despierto para la plegaria de tus manos.