miércoles, 28 de octubre de 2009

La injusticia



(A mi nieta, ante la injusticia de un regaño)

Jugaba la abeja con la rosa cada día
porque sus alas carecían de perfume.
Siempre la comunión firmó treguas
de esencia en un aleteo libre de fronteras.
La rosa y la abeja eran felices
sin meditar en espinas ni aguijones.
El viento, sabio consejero,
temía de las inclemencias escondidas
entre la miel y el ala, pero;
su silencio era simplemente un eco en el jardín.
Un día la rosa enojada hirió al insecto en su vuelo.
_ Rosa ingrata, me mutilas el cielo en tu desvarío.
Y en injusta ira mancilló los pétalos vírgenes.
_ Pobre de ti, abejilla, te olvidaste de mi espina
cuando a gritos te pedía que me besaras.
La rosa dejó caer una lágrima sobre la arena
que avara en exceso, se la bebió sin tregua.
No entendió la rosa del aguijón escondido
y la arena insensible se convirtió
en juez inclemente de la hermosura.
¡Pobre abeja insensata, muerta
sin saber lo que la rosa la adoraba!
El insecto perdió la vida en su enojo;
pero la rosa no ha vuelto a creer en la justicia.

domingo, 25 de octubre de 2009

Motivos


Escribo para gritar lo que mi lengua se calla;
para tirar a los barrancos la suciedad de las heridas;
para elevar al cielo las plegarias reprimidas;
para colorear el gris mutilado de las esquinas;
para invadir los cajones que guardan las cosas queridas;
para compartir glorias, derrotas, guerras perdidas;
para inventar las victorias de batallas idas;
para llenar los jarrones con flores encendidas;
para hacer juguetes con las nubes y que rían;
para creer en los fantasmas y en las hadas y en la vida;
para llenar mi universo de fantasía;
para curar con besos las mejillas hundidas…
Por eso… yo no hablo.

domingo, 11 de octubre de 2009

El alma


Dicen que el alma
anda escondida
quién sabe dónde.
Yo sé dónde está el alma
porque al despertar cada día
la veo fundida en la almohada.
Ahora dicen que el cojín
huele a lágrima.

Invitación a la rosa


(Para Jessy, siempre)

Una vez invité a la rosa
a perfumar mi alegría.
La flor en su timidez
quiso regalarme su dulzura
sin desprenderse del tallo,
sin abandonar el jardín
y me ofrendó uno de sus pétalos,
el más oloroso, el más amado:
el del cariño.
Supe entonces que la esencia de la rosa
solamente se respira en el patio
donde duermen las raíces
en cada amanecer de su vida.
Yo guardo el pétalo querido
aunque la flor, jamás esté conmigo.

lunes, 5 de octubre de 2009

Rabo de nube


Hoy nació mi hijo
a los treinta y ocho años,
después de un siglo de gestación.
Ha nacido mi niño viejo
con las alas del cóndor
puestas en los zapatos.
Mi hombre niño
mi niño hombre
no sabe de tiempos;
camina por los aires
y desciende para respirar.
Mi niño no sabe del viento:
Se inventa los tornados
para colocar los cometas
en los rabos de nube.
Dice que es venganza de los dioses.
¿Cómo hará para inventarse
tantas corduras universales?

La despedida


Para escribir estos versos han transcurrido diez años. El día en que me despedí de mis amigos y familiares cuando emprendería el largo camino a mundos desconocidos, esa noche o día o ambos, fui haciendo algunas anotaciones que hasta hoy permanecieron entre mis recuerdos. Ahora florecen, algunas en la misma forma de entonces y otras, retocadas por aquí, adulteradas por allá. En fin, es este el poema de mi despedida al salir de Cuba y ahora ve la luz por primera vez. Espero les guste aunque para mí, escribirlo fue desgaste y laceración. Por lo hermoso que pueda contener, se los ofrezco. Gracias y perdón.

Ese día saltaba el pecho
a mayor compás del deseado,
parecía potro sin brida
el corazón contenido.
Un humeante coctel de despedida
empozoñó el brillo de la noche;
pero ni imaginaba yo hasta dónde
la distancia aguijonearía el alma.
Así suele suceder ante lo nuevo.
La mañana esperó colgada de mi cintura
hasta la fiesta de espina del broche
de mis desvencijadas maletas
mientras el futuro hacía guiños de magia
retenido en una fotografía.
Así me colgaba a la espalda
un equipaje distante y pesado,
tanto, que se fue desdidujando
en la distancia,
y ahora, al paso del tiempo;
lo llamo ausencia y olvido.
Ojalá el convite de humo
no hubiese borrado
la nube del aguacero.
Es tarde y estos versos siguen
siendo recuerdos… creo;
pero yo muero.

sábado, 3 de octubre de 2009

La espera


Es mi figura tras la ventana abierta
una sombra borracha de espanto.
¿A quién espera esta sombra alerta?
Estoy esperando el regreso
del primer beso del alma,
que marchó tras luces de espejos
y se perdió en la madrugada.
¡Qué nadie cierre la puerta!
¡Qué haya luz tras la ventana!

Alexandra en Mi Mayor


I
Tu manito es un suspiro
sobre mi alma dormida.
II
Esa luz bonita sobre la frente
es Dios que descendió para verte.
III
No digan enloquecieron
las campanas:
Es la risa de mi niña.
IV
Cuando te beso:
No necesito del cielo.
V
El viento no sabía volar:
Aprendió cuando tu naciste.
VI
Tu nombre huele a concierto:
"ALEXANDRA".

Ruptura




Una noche cualquiera
voy a desterrarte de mis sueños.
No te pensaré al dormir.
No evocaré tu boca.
No pronunciaré tu nombre.
No cantaré la canción de los dos.
No leeré tus cartas.
No disimularé mis ojeras.
Una noche de estas
no lloraré por ti…
Una noche cualquiera
voy a repatriarme en tu almohada.
Amaneceré contigo…
Ya no será necesario todo lo demás.

Lextura sobre paredes


(Una fecha)

Aquí tu boca se bebió
a la mía por primera vez.
II
Jamás la espuma
desdibujará tu nombre.
III
Esa noche la Luna
se escondió bajo el alero
y mis ojos cerrados, bajo los tuyos,
no encontraron a tus labios:
Por eso te besaron la frente.
IV
El espejo de la pared me devolvió
una boca intacta sin carmín:
Yo pensaba ver una boca rota.
V
Mis dedos han tropezado con un trazo
completamente ilegible,
solo que lo recuerdo muy bien:
Allí escribiste “unidos para siempre”
VI
Sobre esta pared rota han sangrado
mis ojos en tu búsqueda:
Solamente huellas de tus letras,
de las mías y del cristal.
La han pintado de blanco pulido.
Llevo fuego sobre las manos…
Llevo hielo en mi corazón…

Muro de espumas


(A mi esposo, siempre)
Entre tu cuerpo y el mío hay una pared
de décadas de otoños.
A veces pesan tanto los aires
que crujen las raíces
presagiando un derrumbe.
Hay estaciones en que la barrera
es tan delgada y transparente
que augura un festejo de amor.
De espumas, de años y de sueños
es el muro único que sostiene
nuestros esqueletos en disputa
eterna contra el olvido…
y es el soporte para nuestros desvaríos.
Si nos falta el muro…
¿caeremos al vacío?
Si me sostienen tus brazos
cierro los ojos y me lanzo
hasta el mismísimo infinito.
¿Harías tú lo mismo?