lunes, 1 de noviembre de 2010

El pacto


Este pacto secreto
entre la pluma y la espada
apuesta por la sangre o el alma.
Un hilillo incendiado
proclama la estocada.
Desfallece la palabra.
El testigo ha perdido la batalla.

La cólera del verso


Exijo a mi pluma versos
sin espinas
ni rosas
ni luces
ni sol
ni estrellas
ni mar
ni amor.
Le prohíbo al verso
enjugarse una lágrima
o morder la palabra.
Le ordeno al verso
se olvide de los leones del pecho
y de las fieras de la lengua.
Lo indulto si profana tumbas
o se embriaga de tribunas.
Le perdono a la pluma
que se convierta en espada.
Enojo.
El pecho sangra
y los ojos fijos sonríen
entre el barro.
Venganza

Corazonadas


Esta piel inmune
a la lluvia de espumas
floreció con un beso
a ras de miel.
Estas ojeras insomnes
ante la almohada deshecha
heredaron la resaca virgen
de la noche callada
en la esquina de una orgía.
Estas piedras de mis manos
tras los cristales de adioses
se volvieron palomas
con la canción de mi nombre
en el palco de tus labios.
Ya no quiero que te marches,
haz luna cada pensamiento
y sabrás entonces cómo amanece
mi almohada huérfana de fases.
Diluvio.
Han muerto de sed
todas las horas de besarte.
Bebámonos.

Antonia Blasa Martín Pérez(cubana)


Con este poema participo en el tercer Concurso de Poesía de Heptagrama

Sin ventanas


Se agolpa el viento contra la cara:
el pecho lleva coraza.
Silencio en el alma:
ya no existen las ventanas.
La ventisca ultrajada
se bebió tu fantasma.
Intemperie se llama tu casa.

Urgencias postergadas


Urge
la brasa sin el centro del Sol…
la pluma inconclusa sobre
las páginas en blanco…
embriagarse de azul
sin un sorbo de mar a las espaldas…
vivir de sed en las vertientes vírgenes
del parto de la Tierra…
morirse en la boca prohibida
y resucitar entre los labios.

Séptimo cielo



Alexandra, clavel, me regala flores
que en sus manos parecen besos.
Alexandra, estrella, me regala besos
que en sus labios parecen flores.
Alexandra, magia de duendes,
me regala un corazón nuevo
en cada nudo de abrazo
que en su universo de amor
dice cuánto te quiero.
Mi fortuna es inmensa:
atesora cielos, jardines y besos.
¡Y mi humildad huérfana
todavía reclama que amanezca!