En los surcos abiertos de la tierra
sembré mi sudor
mi sangre
mi llanto...
Por los pies descalzos y rudos
me ascendió, como a las fuentes el agua,
un surtidor de silencios.
Por los poros de mi piel,
el torrente de mis venas
y el manantial claro de mis ojos,
la tierra agradecida desde su seno
me devolvió con creces
los silencios del Universo:
Yo, hollando en sus heridas,
ella, poniendo su otra mejilla
y revelándome los códigos silentes
de la cara oculta de mis versos.
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