¿Quién sabe
si a la almohada
le gusta
amanecer desgarrada
por el
insomnio de ojeras negras?
¿Quién le ha
preguntado a los ojos
si les gusta
el rojo del llanto?
No pierdan
palabras:
el corazón y
la sangre amamantan
los besos cada mañana.
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