Utopía
Nuestros cuerpos se hicieron
añicos con las ansias de un beso;
fragmentos de piel se quemaron
en el fuego del adiós sin despedida;
murieron entre las manos los lirios
no ultrajados de la inocencia;
apenas hubo un roce en la vertiente
de la sangre en estampida;
pero más que la carne, a esta altura
vertical del tiempo sobre la piel,
me sigo emocionando con la utopía
de morirnos, ambos, por los ojos.
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