lunes, 16 de agosto de 2010
La quinta estación
Se perdieron las estaciones de la piel
con los años marcando los pasos;
ni un asomo de tono en cada cambio.
El amor se comió
los colores antes de tiempo.
La pasión se bebió
la ambrosía después del tiempo.
En la primavera de la piel
cada poro suspiraba por el verano;
el verano soñaba con hacer el amor
a la primavera turgente; bajo la piel
un verano incendiaba la noche
cuando ya el otoño se consumía en leños;
y los cuerpos: cada vez más lejos.
En invierno la lumbre encendida
apenas calentaba la miserable hoguera
con pretensiones de abrazarse en primavera.
Se nos quedaron los cuerpos yertos y huérfanos
mientras cada estación afloraba en la piel.
Ahora, quisiera en solo una noche
embriagar a mi piel desde el primer trago
de verano hasta el fondo del invierno.
Esta culpa es compartida. Inventemos una
quinta estación para revivir todas las perdidas.
Utopía
Utopía
Nuestros cuerpos se hicieron
añicos con las ansias de un beso;
fragmentos de piel se quemaron
en el fuego del adiós sin despedida;
murieron entre las manos los lirios
no ultrajados de la inocencia;
apenas hubo un roce en la vertiente
de la sangre en estampida;
pero más que la carne, a esta altura
vertical del tiempo sobre la piel,
me sigo emocionando con la utopía
de morirnos, ambos, por los ojos.
domingo, 15 de agosto de 2010
Mañana de venganzas
La noche viene, me envuelve y sueño.
Me raptas como un caballero y me seduces,
me recorres el cuerpo con la punta de tus dedos
sin manchar mi piel mientras dura el combate.
Se hace tortura toda una noche de castigos
sin que se escuche una queja entre la sábana.
Esta almohada mía, indiscreta y pervertida
me roba los sueños con alevosía.
Venganza reclama: no dormiré;
amaneceré desnuda de la humedad de la noche
y despertaré bajo tu piel completamente vestida.
Proposiciones
Te propongo ovbies el tiempo
que nos hizo viejos y cobardes
te incito a que cabalgues como ayer
abriendo los caminos a tu paso.
Te propongo la osadía de robarme un beso
como cuando tu boca jugaba con la mía
Atrévete a rozarme con tu mano morena
como quien acaricia un juguete ajeno.
Te invito a que me recorras
ovbiando los puntos y las comas
Si aceptas: Decúbreme de nuevo
y coloniza todo mi cuerpo.
Ya la resistencia fue sofocada.
Te sugiero la duda tras la mirada
recta de los ojos;
Te sugiero lo improbable
de las palabras prohibidas;
Te sugiero que olvides los labios
que entre los tuyos se perdieron;
Te sugiero que no escondas
el lirio roto entre tu libro;
Te sugiero lo imperdonable
del rayo de Luna sobre tu almohada;
Te sugiero que abraces otro hombro
cuando camine a tu lado;
Te sugiero ceñirte a la brevedad
de la cintura conque compartes las aceras;
Te sugiero una canción nueva
que te aliente el presente;
Te sugiero un nombre diferente
para las pecas de mi espalda;
Te sugiero que no encuentres mis ojos
en los ojos de tus amantes;
Te sugiero que olvides mi latitud
perdida en otros ocasos.
Son solamente sugerencias
para que los sueños náufragos
de nuestro amor de limonero
calen tranquilos en puertos lejanos.
Yo te sugiero… si no lo consigues:
Descubre la verdad de lo que me he callado
poniendo a la duda entre tus ojos y mi palabra.
Cuando no existan los nidos
Se despiden las sombras como la luz
cuando despierta y se apaga el sol;
Enmudece la alondra ante la ventana sin nido,
se pierde la luz ante los ojos vendidos.
Con las migajas del cariño
hay una hoguera perpetua;
con plumaje de horasca
se construye el calor de un nido.
El tiempo vence con las armas del olvido
y se quedan prendidos de los ojos
el instante del cariño,
la eternidad del olvido.
Para retener un espacio breve
se precisan eternidades de tiempo.
Mientras, se desangra la rosa
entre las páginas de un libro.
Ya para ese entonces los nidos
serán fósiles ambarinos.
No habrá testigos.
Solamente sombra y vacío.
La osadía abrirá las ventanas.
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