miércoles, 28 de octubre de 2009
La injusticia
(A mi nieta, ante la injusticia de un regaño)
Jugaba la abeja con la rosa cada día
porque sus alas carecían de perfume.
Siempre la comunión firmó treguas
de esencia en un aleteo libre de fronteras.
La rosa y la abeja eran felices
sin meditar en espinas ni aguijones.
El viento, sabio consejero,
temía de las inclemencias escondidas
entre la miel y el ala, pero;
su silencio era simplemente un eco en el jardín.
Un día la rosa enojada hirió al insecto en su vuelo.
_ Rosa ingrata, me mutilas el cielo en tu desvarío.
Y en injusta ira mancilló los pétalos vírgenes.
_ Pobre de ti, abejilla, te olvidaste de mi espina
cuando a gritos te pedía que me besaras.
La rosa dejó caer una lágrima sobre la arena
que avara en exceso, se la bebió sin tregua.
No entendió la rosa del aguijón escondido
y la arena insensible se convirtió
en juez inclemente de la hermosura.
¡Pobre abeja insensata, muerta
sin saber lo que la rosa la adoraba!
El insecto perdió la vida en su enojo;
pero la rosa no ha vuelto a creer en la justicia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Hermoso trozo de verdad. Eco y sinceridad a flor de piel.
Precioso
Saludos
Rosa.-
Sin palabras para describirlo :,)
Publicar un comentario