lunes, 5 de octubre de 2009

La despedida


Para escribir estos versos han transcurrido diez años. El día en que me despedí de mis amigos y familiares cuando emprendería el largo camino a mundos desconocidos, esa noche o día o ambos, fui haciendo algunas anotaciones que hasta hoy permanecieron entre mis recuerdos. Ahora florecen, algunas en la misma forma de entonces y otras, retocadas por aquí, adulteradas por allá. En fin, es este el poema de mi despedida al salir de Cuba y ahora ve la luz por primera vez. Espero les guste aunque para mí, escribirlo fue desgaste y laceración. Por lo hermoso que pueda contener, se los ofrezco. Gracias y perdón.

Ese día saltaba el pecho
a mayor compás del deseado,
parecía potro sin brida
el corazón contenido.
Un humeante coctel de despedida
empozoñó el brillo de la noche;
pero ni imaginaba yo hasta dónde
la distancia aguijonearía el alma.
Así suele suceder ante lo nuevo.
La mañana esperó colgada de mi cintura
hasta la fiesta de espina del broche
de mis desvencijadas maletas
mientras el futuro hacía guiños de magia
retenido en una fotografía.
Así me colgaba a la espalda
un equipaje distante y pesado,
tanto, que se fue desdidujando
en la distancia,
y ahora, al paso del tiempo;
lo llamo ausencia y olvido.
Ojalá el convite de humo
no hubiese borrado
la nube del aguacero.
Es tarde y estos versos siguen
siendo recuerdos… creo;
pero yo muero.

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