(Para Jessy, siempre)
Una vez invité a la rosa
a perfumar mi alegría.
La flor en su timidez
quiso regalarme su dulzura
sin desprenderse del tallo,
sin abandonar el jardín
y me ofrendó uno de sus pétalos,
el más oloroso, el más amado:
el del cariño.
Supe entonces que la esencia de la rosa
solamente se respira en el patio
donde duermen las raíces
en cada amanecer de su vida.
Yo guardo el pétalo querido
aunque la flor, jamás esté conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario