lunes, 28 de septiembre de 2009

Sangre enojada


La sangre duele enojada
mancillando margaritas de cariño.
No entienden las venas de odios
cuando se ensanchan embravecidas.
¡Cómo quisiera limpiar con besos
toda esa sangre enrarecida!
No importa si en el empeño
precise desangrar el alma mía.
Me duele en la piel el odio
aunque transite venas ajenas.
Bien sabe Dios que no quiero mis venas llenas
si porque fluyan limpias las tuyas
toda la sangre de las mías te diera.

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