No saben estos versos rotos
componerse en poesía.
No pueden vestir laureles
si harapos con olor a lirios
le descuelgan su desnudez.
No sueñan con las luces
porque un candil de huesos
les ilumina el destierro.
Lo acepto… pero me atrevo a
sembrar un manantial con un beso
y hacer que broten surtidores
con olor a rosas .
Las niñas al lavarse sus caritas dicen:
“Un verso me ha besado la frente”.
Y yo me lo creo.
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