La pluma escribe avatares
con la simplicidad del orate,
pone ritmos a los montes
y escrutinia silencios en las calles.
No se rinde la cordura
y salpica de humedad a las auroras.
Navegan sin rumbo los signos
y caducan en cada boca.
Estos versos no son locos:
Es la Luna Llena.
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