Exijo a mi pluma versos
sin espinas
ni rosas
ni luces
ni sol
ni estrellas
ni mar
ni amor.
Le prohíbo al verso
enjugarse una lágrima
o morder la palabra.
Le ordeno al verso
se olvide de los leones del pecho
y de las fieras de la lengua.
Lo indulto si profana tumbas
o se embriaga de tribunas.
Le perdono a la pluma
que se convierta en espada.
Enojo.
El pecho sangra
y los ojos fijos sonríen
entre el barro.
Venganza
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