domingo, 17 de agosto de 2008

ENTRE LA ESQUINA Y MI ALMOHADA


En una esquina de mi pueblo

-por lejana sin tejado-

hago cita con el recuerdo

y es quimera lo que hago.

Aletean sobre mi frente

los amigos del pasado y

los sueños truncados y

los pies cantando descalzos y

la lluvia dibujando los pasos y

los amores deshojando labios y

la mochila rosa sobre el regazo y

las caderas danzando y

los niños arrojando guijarros y

las vecinas murmurando y

los tambores cimbrando y

las rosas besando tallos y

las pupilas contando astros...

Y me pierdo soñando

con el rocío sobre la cara:

entre la esquina y mi canto

hay un abismo: la almohada

2 comentarios:

Unknown dijo...

DICEN QUE NO SABEN…


el manantial de la sed
la lágrima de la miel
de colores el cielo
de corduras el verso
de frío los labios
de tonterías los sabios
de desiertos la lluvia;
pero lo cierto es
que no quiere saber
mi alma que tú eres
de todos mis sueños
el mejor invento.
Ese es el pretexto:
Dicen que no SABEN.

Unknown dijo...

EN LAS LUNAS DE TUS MANOS

Para mi esposo, siempre.

La primavera deshizo
lazos blancos de inocencia
en lirios rojos entre tus manos ajenas
y orgía de flores en la cintura breve
y colgó claveles, jazmines y niños.
¡ Eran violentas las rosas
cabalgando en estampida
y en tropel candente
violentando las espinas!
Los veranos, tantos, incendiaron
las almohadas y la vida,
cada siega cercenó en aridez
los madrigales y las heridas,
inocentes y amadas florecieron
miles de rosas peregrinas
tierra y carne, generosas, gestaron
a los desiertos desde cada semilla,
se rebelaron los veranos en desnudez
y ganaron batallas, no guerras, perdidas.
En la cuarta estación del décimo otoño
la tibieza de tus manos, ya conocidas,
calaron en cada Luna de mi orilla;
fundidas y plácidas aguardan
quién sabe cuántos inviernos
que restan de la hoguera de la vida.