Los ojos no se avergüenzan
ante el rocío desvestido,
ante el rocío desvestido,
la boca rompe en olas de besos
contra las lindes del tiempo;
no se desnuda el cuerpo
porque lo enmudece el eclipse
que una vez, inventando el fin del mundo,
la sangre presagió en masacre.
Perdura el llanto, los labios murieron de sed
y un esqueleto exhibe las marcas
de la Luna en cada serenata.
Ya no hay ventanas,cerradas o abiertas
repiten historias pasadas.
Una resina amarga ahuyenta a las abejas
y entre las tablas, una niña ladra.