A la niña el miedo
se le sentó al lado
disfrazado de inocencia.
La mujer lo descubrió
maquillado de osadía.
A la perpendicular de la vida
- distante entre ambos mundos-
ya no se oculta:
Ahora reta con un puñal
de pupila a pupila
en acecho constante
para bajar hasta el pecho
y taladrar el esqueleto
en punzante llovizna
con apariencia de beso.